Cuatro hipótesis para un silencio

Los partidos políticos acaban pareciéndose a sus líderes. Aunque es de justicia reconocer que el PP está superando ampliamente las expectativas de Mariano Rajoy. Lo normal es que los partidos sigan las instrucciones de sus líderes. Lo extraordinario del actual PP es que ni siquiera le han hecho falta instrucciones. Le ha bastado con el silencio para asumir el silencio. Un caso extraordinario de compenetración, identidad, mimetismo y hasta fusión con su presidente. Incluso los que más pían fuera de la sede del partido –véase Esperanza Aguirre o José María Aznar– guardaron ayer silencio en el Comité Ejecutivo o en el Campus de la Faes. La presidenta del PP de Madrid se atrevió en la calle a decir que estaba abochornada por las noticias de corrupción del PP, pero cuando Mariano Rajoy invitó a los miembros del Comité Ejecutivo a tomar la palabra en el apartado de «ruegos y preguntas», ella y el resto de las más de 80 personas que pertenecen a este órgano de dirección no dijeron ni esta boca es mía. Ni echaron de menos a Luis Bárcenas, que se sentaba entre ellos hasta no hace mucho y ahora vive en la cárcel.

Los periodistas, y muchos españoles aunque ellos prefieran creer lo contrario por comodidad, asistimos estupefactos a este voto de silencio tan compacto y tan desahogado. Para intentar comprender esta actitud, caben distintas hipótesis. La primera es que los dirigentes del PP no lean periódicos, ni oigan la radio ni vean la televisión. Puede que no se hayan enterado de que Luis Bárcenas ha ingresado en prisión o de las muchas noticias que vinculan al PP con el dinero fácil, o con el dinero corrupto. En el caso de Mariano Rajoy, existe la posibilidad real de que no lea los diarios. Pero el resto los lee, seguro. Así que podemos descartar esta hipótesis.

La segunda posibilidad es que nada de lo que se está sabiendo de su lado oscuro les preocupe, ni les inquiete, ni les avergüence, ni les abochorne. Sólo Arantza Quiroga, Alberto Núñez Feijóo, Alfonso Alonso y algún otro despistado han ido más allá del silencio sobre Bárcenas. Si viven y trabajan en España, es imposible que puedan evitar el bochorno. Esta hipótesis tampoco nos vale.

La tercera posibilidad es que teman más a Mariano Rajoy que a las revelaciones que pueda hacer el ex tesorero desde su celda. Tampoco es una hipótesis probable, porque el presidente del PP no es un hombre que dé miedo a nadie. Si fuera Aznar, todavía.

La última posibilidad es que los miembros del Comité Ejecutivo del PP hayan decidido ir cada uno a lo suyo, desentendiéndose del quebranto que pueda sufrir el honor del partido al que pertenecen y de la suerte de la dirección. Con el jaleo que hay, habrán pensado que lo mejor es centrarse cada uno en su cargo, su provincia, su comunidad, su diputación, su ciudad, su consejería y su escaño. Si el jefe no se preocupa, ¿para qué se van a preocupar ellos?